O R I G E N
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- N U E S T R O S C O M I E N Z O S -
Podríamos ponerle inicio a nuestra historia en el año 2007 (aunque parece que fue ayer),
en el momento en el que mi querida e incansable Jara había superado el ecuador de su vida.
Conocedor de que, en pocos años, ella necesitaría un relevo, me dispuse a buscar un nuevo compañero
para lo que siempre fue para mí una gran pasión —y puede que en algún momento obsesión—, la caza.
Sabiendo las virtudes de las razas con las que había cazado,
y también algunos de sus defectos, llegaban las dudas:
¿Qué raza elegir?
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La casualidad —o quizás, el destino— hizo que en un breve espacio de tiempo
se cruzaran dos Weimars en mi camino, y esto me provocó interés por una raza que conocía,
pero que nunca me había imaginado a mi lado en el monte.
Me gustó la idea de que mi compañero de caza pudiera ser
un elegante perro de compañía para toda la familia.
Casi nada de lo que escuchaba sobre la raza me animaba a decidirme:
no estaba entre las más populares entre los cazadores,
y las revistas tampoco contaban demasiado con ella.
Pero, a veces, me gusta nadar contra la corriente, y decidí jugármela.
Eso sí, sabía que buscaría buenos orígenes, de líneas de trabajo
—de las que soy partidario también para los perros que solo se tumban en la alfombra—,
intentando minimizar el riesgo de tener "solamente un bonito perro en casa".
Después de un año de búsqueda y espera, llegó a casa una bola de pelo gris
y ojos azules, de nombre D'Alpha. Aquel remolino se fue convirtiendo
en un auténtico terremoto, que no se detenía ni para buscar una caricia.
Quince años y muchos inolvidables días de caza después,
nunca dio ni un motivo para arrepentirme de mi elección:
fue una excelente compañera en casa y en el campo.
¿Hablamos de suerte? Definitivamente, no.
Esta es una raza en la que, como cualquier otra, se pueden encontrar buenos y malos ejemplares.
Simplemente se trata de saber buscar, y de tener claro que no es lo mismo "ser" que "parecer".
No todos los grises reúnen las cualidades que debe tener un buen Braco de Weimar.
Un comentario sobre nuestro origen estaría incompleto sin un recuerdo entrañable
para todos aquellos que también fueron excelentes e inolvidables compañeros
en memorables jornadas de caza, y que tanto me enseñaron
con, y sin pedigree, de raza, y mestizos, y, siendo consciente de que
en algún momento, mis conocimientos no estuvieron a la altura de alguno de ellos:
Flecha, Lolo, Luna, Canela, Turco, Perla, y Jara, que nos dejó en Diciembre de 2012.
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